El payaso Pim Pom reposa después de una jornada de curro, como los guerreros. Ese día me crucé con él dos veces. La primera lo vi dicharachero, repartiendo globos a cambio de la voluntad. La segunda, tres horas después, cansado, circunspecto, con la mirada perdida... derrotado. La magia se había diluido. Lo fotografié.
No hay comentarios:
Publicar un comentario