Cualquier lugar es bueno para rozarse y besarse con la persona amada. Los más cautos se guarecen de las miradas buscando la intimidad, pero también hay quienes se entregan sin reservas (y sin premeditación) a los ojos de todos. Como estos dos jóvenes. Ausentes. Enamorados. Sientiéndose. La arena, en forma de leves montículos esculpidos por el viento, y la fusión de los dos cuerpos me brindaron este hermosa imagen que me apresuré en fotografiar.
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