El señor bregaba con el violín para romper con la tibieza del respetable. No lo lograba. Se afanaba, pero no lo conseguía. El músico rasgaba las cuerdas a un ritmo endiablado. Hasta que me detuve a observarlo y él dejó de tocar. Nos miramos fijamente a los ojos. Fotografié ese 'instante'. Una imagen inquietante, por momentos turbadora, que hoy quiero compartir con vosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario